"Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo."
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo."
(Juan 3:1-7)
En ese instante, Nicodemo, no entendió nada; y quedó pensando, como podría una persona nacer de nuevo siendo ya un adulto!!? Para él, eso era imposible.
Pero lo que él no había entendido es que el Señor Jesús no hablaba de un nacimiento físico, sino espiritual. Porque era necesario que haya en él un nuevo corazón y una nueva mente (cambio de pensamiento), y por eso, debía nacer de Dios, para que él pudiera ser transformado.
Y lo mismo debe acontecer con usted.
Pero, ¿como lo consigo? Bautizándose en las aguas, sólo en ellas es que uno logra sepultar la vieja criatura, dejando todo lo que era en el pasado, y volviéndose una nueva persona, teniendo una nueva vida. Pero para que eso acontezca, debe haber en usted un verdadero arrepentimiento de todos sus pecados y debe estar determinada a no volver a practicar las cosas equivocadas.
Sólo el bautismo en las aguas es capas de mantener neutralizada definitivamente las pasiones de la carne, impidiéndonos caer en tentación; haciendo posible vivir en espíritu y capacitándonos para el ejercicio de la fe plena.
Este arrepentimiento consta de unos aspectos que deben ser valorados por el candidato:
* Reconocer su pecado.
* Odiar el pecado. Sino siente un rechazo por el pecado cometido, corre el riesgo de volver a cometerlo y volverse una persona viciada del pecado.
* Abandonar el pecado.
* Olvidar el pecado definitivamente.
El nuevo nacimiento viene del Espíritu de Dios, que desciende sobre la persona que lo desea, cuando esta reconoce que necesita una transformación interior y por eso, se entrega de cuerpo, alma y espíritu, a Él. Sin embargo, no son todas las personas que admiten esa necesidad de Dios y de una nueva vida.
Muchas son aquellas que creen que por ser solidarias, honestas, bondadosas y justas ante la sociedad, no necesitan ese nuevo nacimiento. Pero, esas cosas vienen de la justicia humana y se necesita mucho más que una vida correcta, y hasta religiosa, para alcanzar la Salvación.
Jesús vino para todos, pero no todos se consideran perdidos y necesitados. Algunos se creen lo suficientemente capaces de cualquier hecho por confiar en la propia naturaleza, en sus buenas y perfectas acciones o en su vida religiosa impecable.
Por eso, medite y responda:
• ¿Cómo puede haber un nuevo interior en la vida de alguien que no reconoce que necesita cambiar?
• ¿Cómo puede haber un nuevo interior en la vida de alguien que no reconoce que necesita cambiar?
•¿Quién cree que es lo suficientemente bueno como para tener una transformación interior?
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