El Espíritu Santo realiza el nuevo nacimiento, nos abre los Cielos, nos consuela, nos convence del error, nos da la osadía para testificar sobre Jesús, nos enseña la Palabra de Dios, nos guía en toda la verdad, interceder por nosotros ante el Padre, nos santifica, nos llena de paz, amor y alegría; además de darnos poder para curar a los enfermos, expulsar los demonios y otras cosas.
Sin duda, la mayor dádiva que el Señor Jesucristo nos podria otorgar es la poderosa infusión del Espiritu Santo, y cada persona que recibe ese bautismo tiene una experiencia personal para contar a todos.
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