Te ruego, oh Señor, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abierto tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.
Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: "Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mi, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta los extremos de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre."
Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.
Te ruego, oh Señor, este ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey."
Nehemías 1:5-11
Nehemías al ver que estaba perdiendo a su pueblo y todo se le estaba llendo de las manos, clamó a Dios con gran desesperación.
Entonces, gente, clame a Dios por su pueblo, para que no se pierda. Busque ser ejemplo de Él.
Hay muchos que se están perdiendo y desviando del camino, no los deje ir, recogalos para ratificar su valor.
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